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martes, 31 de agosto de 2010

Esta paranoia es de trasgu

Fotosíntesis

Hace ya algún tiempo, concretamente era el 15 de junio, mi querida amiga Ros nos pedía en su blog que le propusiéramos un tema y ella escribiría un relato. Yo, por fastidiar solamente, que así soy de mala persona, le propuse el más complicado que se me ocurrió: la fotosíntesis.
Ella, muy valiente, dijo que en una semana tendría el relato,y a día de hoy los miles de internautas que visitamos cada día su página seguimos esperando. Así que al final me he decidido a escribirlo yo.
¡Me debes ya dos relatos, Ros!


FOTOSÍNTESIS



I

Caminaba despacio, con las manos en los bolsillos, siguiendo una línea imaginaria en el suelo. Anochecía. Había sido un día gris, como tantos otros de aquel mes de noviembre. Un día que bien podría representar un resumen de toda su existencia, una vida como otra cualquiera, llena de sueños, sueños imposibles de tan fáciles de cumplir. Quizá se cumplieron ya.

Ya estaba cerca de su casa cuando algo llamó su atención: “Estudio de fotografía: FOTO SÍNTESIS”.” Curioso nombre”- pensó,- “Pero… ¿de dónde ha salido esta tienda?”- Conocía bien la calle, estaba a dos pasos de su bloque. Pasaba por allí casi todos los días y estaba casi seguro de que en ese preciso sitio lo que había era un portal.

Pero la sorpresa mayor estaba por venir: en el escaparate, detrás de la luna transparente, rodeada de felices novios y niños de primera comunión, se encontraba la foto de un hombre de unos cuarenta años, de aspecto cansado, con una camisa algo gastada y una estúpida expresión de sorpresa reflejada en su rostro. La cara de ese hombre le resultaba muy familiar. Ese hombre era él.

Por supuesto, si no recordaba la tienda, mucho menos recordaba haberse hecho esa fotografía. Decidió entrar, pero era tarde y estaba cerrada. Echó un vistazo al interior. Todo era perfectamente normal, excepto la misteriosa fotografía.

II

Al día siguiente, nada más llegar del trabajo, encaminó sus pasos hacia la tienda. Esta vez sí estaba abierta. Iba a traspasar el umbral cuando un enorme perrazo se interpuso en su camino. Rugía más que ladraba.

– “¡Guardián! ¡Te he dicho que no molestes a los clientes!”- La voz era firme pero amable. Su propietaria era una mujer de unos cincuenta y tantos, regordeta, con unas facciones agradables que contrastaban con unos ojillos de mirada penetrante detrás de unas anticuadas gafas redondas.

-“Perdone usted a mi perro, señor. Acabo de abrir y todavía no se ha acostumbrado a las visitas.”
-“No importa. Eso sí, espero que con él también sea verdad eso de perro ladrador poco mordedor, porque si no…”
-“Desde luego. Y dígame, ¿en qué le puedo ayudar?”- Hablaba con una voz cantarina, con un acento que el hombre no lograba identificar.
-“Verá. Esa foto de ahí… No recuerdo habérmela tomado nunca, ni haber estado antes aquí. ¿ De dónde la ha sacado?”- preguntó tratando de contener su nerviosismo.
-“¿Cual?”- dijo ella con aire distraído.-“¿Esa de ahí? ¡Ah, pues es verdad, se parece mucho a usted!”
-“¡Es que soy yo! ¡Y le aseguro que no tengo ningún hermano gemelo!”
-“Es verdad… es usted….¡qué raro!” – La mujer se giró deconcertada-“ Puede que se la haya tomado en mi establecimiento anterior, llevo muchos años dedicándome a la fotografía, muchos…Aunque a decir verdad no le recuerdo. Es más, ni siquiera recuerdo haberla colocado en el escaparate. No me va a creer, pero es la primera vez que veo esa foto.”
-“Estoy seguro de que nunca me he tomado esa fotografía, al menos de forma consciente.”- El asunto empezaba a inquietarle de veras.-“Mire, no entiendo nada. De todas formas, le agradecería que me la dé.”- Dijo con voz enérgica.
-“Claro, por supuesto, no hay problema. Aquí tiene.”- contestó ella, tendiéndole el retrato.
-“Adiós, buenas tardes. Y gracias”.- De pronto había sentido una imperiosa necesidad de abandonar aquel lugar. Esta vez Guardián no le ladró al traspasar la puerta.

III

A la mañana siguiente despertó de un extraño buen humor. Parecía como si toda la historia de la tienda y la fotografía no hubiesen sido más que un sueño. Pero no, allí estaban las cenizas en el cubo de la basura, lo único que había quedado después de que el fuego hiciese anoche su trabajo con aquel extraño trozo de papel.
Se vistió y bajó a comprar el periódico, como hacía cada sábado. Le dio unas monedas al quiosquero, cogió su ejemplar, y, movido por la curiosidad, se dirigió al estudio de fotografía.

Cuando llegó frente a su puerta, su primer impulso fue pararse y contemplar el escaparate. Cuando lo hizo una oleada de indignación subió hacia su rostro en forma de calor: ¡En el mismo preciso lugar, en el mismo marco, seguía la foto.¡ Su foto!

-“¡Deme los negativos, el CD o lo que sea!”- entró a la carrera, sin hacer caso esta vez de los ladridos de Guardián. Al igual que el día anterior, en la tienda no había ningún otro cliente.
-“Buenos días- respondió la mujer con el mismo tono afable de la primera vez.-“¿Qué le ocurre?”
-“Mire, no estoy para bromas. No sé de dónde salió esa foto, pero me parece increíble que haya vuelto a colocar una copia otra vez en el escaparate. Por favor, deme los negativos o me veré obligado a demandarla.” Dijo señalando el escaparate.
-“¡Dios mío! Tome la foto, no sé cómo llegó aquí otra vez, se lo juro. Aquí solo trabajo yo…”- la mujer había comenzado a temblar.- “Para mí todo esto es muy raro también. Le prometo que ni recuerdo cuando se la tomé, ni mucho menos haberla puesto ahí otra vez. Aquí la tiene, llévesela, por favor.”- La expresión demudada de su rostro parecía corroborar que estaba diciendo la verdad.

-“Está bien. Lo cierto es que esto me supera. Igual que yo no recuerdo haberme hecho ese retrato, también puede ser que usted tampoco lo recuerde. Quizá nunca me lo hizo. Puede que alguien nos esté gastando una broma… La verdad es que no tengo por qué dudar de su palabra. Todo esto es tan raro…. Por cierto, curioso el nombre de la tienda…”- comentó, intentando tranquilizarla.
-“Si le digo que una vez trabajé en el Bar Tolo se reiría…”- contestó ella bajando la vista.
-“Ja,ja, ja,ja. Mire, ha logrado ponerme de buen humor”- Sus ojos recorrieron las paredes del estudio. En una de ellas destacaba un cuadrito con la siguiente inscripción:

“Fotosíntesis. Definición: Proceso metabólico específico de ciertas células de los organismos autótrofos, por el que se sintetizan sustancias orgánicas a partir de otras inorgánicas, utilizando la energía luminosa.”

-“Vaya, recuerdo que cuando de pequeño estudiaba la fotosíntesis me hablaban de la clorofila y el oxígeno y todo eso, pero todo esto ni me suena.”
- “Pues como puede usted ver, es la definición del diccionario…”
- “Sí, no le digo que no. Tendré que repasar los libros de la escuela…”
-“Le pido mil perdones por lo de la foto, de verdad. No entiendo nada. Si tuviera esos negativos se los daría…” – la mujer comenzó a rebuscar nerviosa en un cajón.
Él en cambio, sin ningún motivo aparente, comenzaba a sentirse alegremente despreocupado: -”Déjelo, olvidemos el asunto. Si, ahora que caigo, hasta necesito fotos de carnet y todo, jajajaja. ¿Sabe lo que le digo? Que me voy a hacer unas cuantas, ¡hombre!”- No sabía por qué, pero de pronto se había sentido atraído hacia la silla de enfrente de la cámara, casi igual que un niño que corre a subirse en esos cochecitos con música de las puertas de los comercios.

La mujer, algo más relajada, le miraba entre divertida y extrañada: -“¿Está seguro?”
-“Seguro.”
-“Bueno, no seré yo quien le diga a un cliente que no puede hacerse fotos en mi establecimiento y que se vaya a otra parte. ¡Iría contra mi propio negocio! – dijo sonriendo.-“¡Eso sí, como vuelva a aparecer otro retrato suyo en mi escaparate le cobraré el doble!”- añadió bromeando.
-“No se preocupe.”- de pronto se encontraba animadísimo, casi eufórico. Se sorprendió al comprobar que era la misma sensación que tenía de pequeño justo antes de emprender aquellos largos viajes con sus padres que tanto le gustaban.

-“Muy bien. Siéntese. No, así, no. Más erguido. Suba un poco la barbilla. No sonría tanto, más natural. Todo lo natural que pueda. Un poquito más a la izquierda. No, perdón, a mi izquierda, al revés, como si fuera un espejo...”

De pronto el hombre se dio cuenta de algo: llevaba puesta la misma camisa que en la dichosa fotografía. Y no sólo eso: el fondo, de un color azul insípido era el mismo también. Y se había dejado crecer la misma barba de dos días.

“Gírese un poquito a la derecha”- La mujer seguía impartiendo indicaciones, mientras se situaba detrás del objetivo. El atendía obedientemente. Cuando se giró sus ojos fueron a dar justo enfrente del cuadro con la definición: “Proceso… por el que se sintetizan sustancias orgánicas a partir de otras inorgánicas…”- “Al revés”- Volvió a señalar la mujer. Un pensamiento cruzó su mente –“Al revés: ¿Sustancias inorgánicas a partir de otras orgánicas?”- Así, muy bien”- La mujer le apuntaba con la cámara. Recordó aquella vieja creencia de ciertas tribus que se negaban a ser fotografiadas porque pensaban que el alma quedaba atrapada en la instantánea. Empezaba a dolerle la cabeza: ¿Inorgánico, orgánico…? ¿Obtener el alma a partir del cuerpo? No, no podía ser…
-“¡Más natural! Así, perfecto, ¡quieto! ¡Esta es la postura perfecta!”- Sí, la misma que en la fotografía del escaparate. Sin querer, siguió leyendo la definición: “…utilizando la energía luminosa.”
-“¡No se mueva, que ahí va el flash!”.
Su rostro esgrimió una estúpida expresión de sorpresa, justo antes de quedar envuelto en la luz para siempre.

FIN



9 comentarios:

Ros dijo...

ay que bonico... ay ay ay no tengo vergüenza. Tu si que vales.

vantown dijo...

Me gusta... mucho.Ros te debe dos relatos buenos.

Manuel dijo...

Te debe dos relatos buenos y dos huevos duros, que dirían en el camarote. ¡¡Me ha gustado!!, si señor, plas plas plas.

Ender Wiggins dijo...

uau.

viajes temporales. ¡como mola!

me ha gustado mucho. Bien hilado lo de la fotosíntesis con la fotografía.

trasgu dijo...

Muchas gracias, apañeros.

Nova Persei dijo...

¡me ha gustado mucho! :)

siento llegar con retraso...

trasgu dijo...

Nunca es tarde si la dicha/crítica es buena.
(Y si fuera mala tampoco)

Sr Meyer dijo...

Esta chulo el relato, trasgu

Un viaje de ida y vuelta

Anónimo dijo...

Muy bueno