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viernes, 20 de abril de 2007

Esta paranoia es de Anónimo

De un sueño.... (serie 98 capítulo 01)


¡No!, nooo, ¡no!, 98, tu decides, nooo, ¡no!, 98, Nooooo… -Los gritos de Jorge me despertaron. Estaba sudando, se incorporó en la cama, respirando pesadamente, mirada perdida y con expresión de miedo. -¿Estas bien?, me has asustado. -No me respondió. No pregunté más, yo también estaba sobresaltada.

Encendí la luz de mi mesilla, una luz tenue que no molestase. Miré a Jorge a los ojos. Era un niño asustado. Me preocupó, era la primera vez en tanto tiempo que no era ese hombre seguro que siempre me protegía. Sin decir nada le acaricié el rostro y le besé suavemente. En un primer instante no me devolvió el beso, después si. Todavía temblaba. Bajó la vista como un animal herido por el miedo. Sujeté su cabeza con mis dos manos y le obligué a mirarme de nuevo.
-¿Qué sucede?, puedes contármelo todo, ¿lo sabes?, cariño. -Asintió y balbuceó algo parecido a un si.
-Lo sé pequeña. Es tan sólo que, que … -tragó saliva - … que parecía tan… tan real. -Cerró los ojos.

Volví a besarle, con dulzura, enmascarando mi preocupación. Intenté tranquilizarle
-Ya pasó, se fue, con el tiempo, se fue. -Sonrió, yo también.
-No, no… -esperó unos segundos, intentando recordar -no comprendo lo que he soñado, apenas sé que ha pasado. Es la sensación. Suena estúpido, raro.
-¡No! -le interrumpí -no es estúpido. Son pesadillas, nadie controla el mundo de los sueños, no es de Freud, es de ese amigo tuyo del reloj de arena. -Esta vez se rió con ganas.
-¡Que boba eres!, ¡te quiero!. -No paraba de reírse mientras agitaba la cabeza de un lado a otro, empezaba a ser él.
-¿Sabes?, es la sensación de pánico. -Supe que Él no quería hablar de ello.
-Yo sé como se cura el pánico. -Respondí.
Me miro sorprendido, le había desconcertado. Sólo duró medio segundo y, por arte de magia, su expresión cambió.

Se abalanzó sobre mi, me deje, cayendo de espaldas sobre la cama. Él, encima mío, sin tocarme, recorrió todo mi cuerpo con sus ojos. Me excita el contacto que todavía no se ha producido, saber lo que sucederá, desearlo y no tenerlo todavía. Esos pocos odiosos segundos de incertidumbre. Se acercó lentamente a mis labios, dibujó un beso en el aire y se separó. No lo resistí, me alcé para besarle, no me lo permitió. Volvió a acercarse a mis labios. Sentimos nuestras respiraciones. Tampoco me tocó, pero no se retiró, empezó por mi cuello. Su boca, fuerte, suave. Siguió bajando mientras me desnudaba. Lentamente, sin olvidar ninguna parte de mi cuerpo. Cerré los ojos. El corazón latía. Todo mi cuerpo palpitaba. Sentía placer.

Abrí los ojos y le vi mirarme con lujuria, suciamente. Sucumbí a la urgencia, estallé. Nos besamos bruscamente, con pasión. Necesitaba sentirse seguro, los dos lo sabíamos. Me empezó a comer y ¡dios! de que manera. El alma me salía por la boca. Luego yo a él, poco, egoísta, no quería que tanto juego me privara del resto. Empezamos a follar. Primero despacio, sintiendo cada embestida, pausando los movimientos. Después, con ritmo, una, más rápido, otra, sudando, otra vez, gimiendo, más fuerte, más, su cuerpo se tenso, otra vez, perdí la respiración, y más, me deje llevar, de nuevo, gritamos, una y otra vez, más, locura, otra más, ya estaba, otra, grite, me corría, más fuerte, explote, gemí, él también, grité, otra más, placer, más, morí, suspiré. Por un momento no supe dónde estaba. Casi no hablamos, no hizo falta. Me dormí en sus brazos.

Por la mañana me desperté con la cama vacía. Me asusté, entonces Jorge apareció por la puerta.
-Hey, buenos días. -Tenía cara de no haber dormido.
-¿Estás bien? pareces no haber descansado. -Levantó la mirada y puso cara de ingenuo.
-Tu sabrás, o ¿no eras tu…? -me dijo con su peor cara de sorpresa.
-Imbécil. Me he asustado al no verte.

Nos vestimos. Yo seguía intranquila. Durante el desayuno le pregunté por su sueño. Estaba esquivo pero al final me lo contó. No recordaba mucho salvo la sensación de pánico y las pocas que lo hacía no tenían sentido. Me habló de flores, amapolas, rojas según él, ríos, arpas, barcos en llamas y círculos rotos. Todo ello muy difuso salvo un detalle, un abismo, eso lo recordaba . Le pregunté por el abismo pero hasta ese mismo recuerdo no supo aclararme de que tipo era, más o menos profundo, transitable o no, ambas cosas o ninguna. No entendía nada. Pregunté si había visto un cuervo, acabábamos de ver la película. Terminó su café y según se iba me gritó forzando una cara burlesca, -no he visto ningún pájaro de mal agüero. -Sonó extraño pero le creí.

De sus gritos no recordaba nada.



2 comentarios:

Unknown dijo...

mmm... me ha gustado, como siempre.
y no por el polvete...quizás lo que soñó era su propio infierno personal.

(ahora en coña) a lo mejor en lugar de volver a ver el Cuervo , tendria que ver la 2ª parte del Señor de los Anillos, por aquello del Abismo de Helm, jajaj y asi se explicaria tanta agitacion y panico en el sueño, con tanto elfo calenton por ahi y su ojete en peligro. Ojete, circulo, rojo.

besotes

Anónimo dijo...

Lo del cuervo fue circunstancial y derivo en la música.

Hay 2ª parte... cuando consiga ponerme en el estado en el que lo escribí, ya que lo hice inspirado a altas horas de la noche y paré para dormir, craso error, porque ahora sé lo quería escribir pero no tengo ni puta idea de como... mierda de musas.

Gracias.