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domingo, 7 de octubre de 2007

Esta paranoia es de Anónimo

John Buck

00. Guía de Monette's
01. Peter Dean
02. John Buck
03. Steven Hawks
04. Mae Burr
05. Jelissa Hawks
06. Fred Bale
07. Jennifer
08. Tom Mcgurn
09. Carol Bale
10. Brian Ness
11. Bill Torrio
12. Dorothy



23:13 p.m.
14 de Febrero de 1943
KayRiver City


John Buck entró en su despacho. Estaba empapado, la gabardina marrón apenas había podido salvarle de la lluvia. Siempre aparcaba su Lincoln-Zephyr modelo del '36 unas calles más abajo de su despacho, precaución propia de su trabajo. Hoy tampoco fue una excepción a pesar del tiempo. Se sacó el sombrero dejando libre su indomable flequillo ahora mojado y lo colgó en el viejo perchero. Hizo lo mismo con la gabardina. Estaba siendo una noche dura, de esas que uno quisiera olvidar. Al otro lado del cristal seguía lloviendo como si fuera la última noche del diluvio universal. Únicamente el incesante parpadeo del luminoso del Hotel Bel-Air iluminaba su rostro preocupado. Con suerte esta noche pasaría pronto.

John se dirigió al archivador que estaba debajo del viejo espejo. Apoyó un instante ambas manos sobre él y miró su reflejo. Todavía le dolía la bofetada que ella le había dado, injusta; pero ella nunca lo sabría. Él se encargaría de ello. No era dolor físico, era más profundo, del que se agarra al alma y no te deja dormir. Contrajo el rostro brevemente y cerró los ojos un segundo para tomarse un único descanso, la calma antes de la tempestad. Inclinó la cabeza y abrió una de las puertas del archivador para sacar una botella de Bourbon y dos vasos pequeños.
-¿Tienes tiempo para un trago?. -John preguntó a la penumbra que se escondía a su espalda mientras servía ambos vasos.
-No he conocido a ningún hombre a quien rechazarle una copa y se precie de serlo. –El extraño habló pausado, sin excesos, sin nervios. John había visto a través del espejo el brillo del arma apuntándole, el inconfundible Colt 45.
-En la mesa estaremos más cómodos –cogió los dos vasos y se dirigió a su sillón- puedes sentarte si quieres-. Sólo se adivinaba su perfil, suficiente para comprender que era un hombre fornido, alto y con un pulso firme.
-Prefiero estar de pie –contestó sin abandonar su posición. Su voz era ronca y desgastada. La habitación en penumbra no permitía ver su rostro aunque John sabía perfectamente de quien se trataba.

Con la mirada John señaló un paquete de cigarros que descansaba sobre la mesa. Cogió uno y ofreció otro a su extraño invitado. Tomó el paquete de cerillas de su bolsillo, no sin antes mostrar claramente sus intenciones. Lo abrió. Apenas fue perceptible, pero su rostro mostró un atisbo de tristeza al ver el interior. Sólo él se dio cuenta. Encendió una cerilla y la acercó al hombre que le apuntaba. La luz del fuego fue suficiente para iluminar su rostro rescatándolo del supuesto anonimato y dejando ver unos duros rasgos marcados por el paso del tiempo. –Has perdido un poco de tu toque, Tom -le increpó John mientras terminaba de encender su cigarro-… Y, ¿a qué debemos tal honor?.

Tom Mcgurn, conocido con Tommygun, era el brazo derecho del crimen organizado de la ciudad e indiscutible hombre de confianza de su amo y señor. Era famoso por tres motivos, su efectividad, su trato con las damas y la sistemática costumbre de negar todo lo anterior; falsa modestia que pretendía ocultar a un hombre cruel, sin conciencia, que nunca dudaba y siempre sabía lo que se debía hacer. Inmejorables cualidades para sus asuntos.

-Johnny, Johnny, Johnny, siempre has esquivado... -Mcgurn se tomó su tiempo mientras dejaba escapar el humo del tabaco contribuyendo un poco más a la densa atmósfera que allí reinaba- ...los problemas y, ahora, esto-. Negó con la cabeza como quien regaña a un niño pequeño. John no contestó. Permaneció observando. -¿Creías que no nos daríamos cuenta? o... ¿acaso nos estás insultando?.
Mcgurn seguía apuntando a John.
-Sabes que eso no es cierto. Nunca husmeé en vuestros asuntos -mintió consciente de su poca credibilidad y su inútil efecto- y este tampoco lo es-. Bebió un sorbo y apuró el cigarro.
-¿No lo es?, tenemos conceptos distintos de lo que es y no es nuestro.- Mcgurn terminó de fumar y tiró la colilla al suelo. Tenía la mirada fija en John. Sus ojos brillaban. Estaba disfrutando de la situación.
-Entonces, acaba ya. Haz lo que has venido a hacer –John, que todavía sostenía en su mano el paquete de cerillas, lo dejó caer debajo de la mesa sin que Mcgurn se diera cuenta. Fue más duro deshacerse de este recuerdo que afrontar la burlona sonrisa que tenía enfrente. John reunió fuerzas y sonrió por última vez. –... o también tengo yo que terminar tu trabajo.

Mcgurn disparó sin dudarlo, una única bala en pleno corazón. El ruido de la detonación se perdió en la noche.

Mcgurn cogió el vaso de Bourbon y lo apuró de un trago.
- Me caías bien.



17 comentarios:

Unknown dijo...

vaya...ese John Buck prometia.

como siempre, genial.

Ender Wiggins dijo...

Duczen, Duczen... - Espetó el matón, limpiándose con el dorso de la mano una suciedad inexistente en su pulcro traje negro - nos está disgustando tu manera de abordar esta historia...¿ crees que no nos damos cuenta de que quieres aparentar una novela de serie negra para darle las claves a la policía de lo que le ocurrio a Johny, a los seis empleados del Ikea y al perro de los Baskerville?

El matón abandonó su petrea postura, y avanzó directamente hacia Duczen, con el arma flácida en la mano. La misma despreocupación con la que no se molestaba en apuntarle era lo más terrorífico de todo.
Quizá puedas creer que engañas a alguien cambiando los nombres. Pero a nosotros, no. - El matón se inclinó, situándose a escasos centímetros de la cara de Duczen - Además, esos empleados se lo merecían. Dos años y medio para completar la mesa del ordenador hace enfadarse al más pintado. Y perdimos seis hombres en aquel desagradable incidente con el aparador Schöjondrulm. Por no hablar de los mutilados

El matón esbozó una sonrisa tranquila, estudiada, maníaca. Duczen notó una gota de sudor corriendo por su frente. El matón la recogió, cuidadosamente, con una navaja que sacó rápidamente del bolsillo de su abrigo.

Podría liberarte. Podría cortar las cuerdas, quitarte la mordaza y creerte, cuando me prometieses que saldrías de la ciudad y no te volvería a ver, ni, lo más importante, a leer.

Supongo que podría. ¿no?...

Anónimo dijo...

:)

Esto ha surgido después de ver la Dalia negra y ha mutado en esto. Tener piedad conmigo que nunca he leído novela negra (o un libro hace mil años como mucho).

Hasta este año nunca había escrito nada de narrativa y estoy aprendiendo a hacerlo. Pruebo estilos. El mio siempre ha sido muy inconexo en plan "la sangre azul que brotaba de sus entrañas bañaba sus oscuros recuerdos del mañana" o algo así. ¿O_O?. Esta historia está llena de tópicos y no me importa. Se está creando según la escribo, no sé para dónde tirará.

Las sugerencias serán bienvenidas, pero no prometo usarlas, que ya estoy empezando a esbozar una idea de la historia y el siguiente capítulo está empezando a gestarse en mi cabeza.

Me he contenido un poco a la hora de describir la situación porque sino el texto sea hace eterno y no quiero relatos largos. Termino medio.

PD.: Gracias, querido editor por las correcciones.
Era una tranquila mañana de otoño. Ella, como todas las anteriores, abrió el buzón para recoger el periódico del día. Le gustaba leerlo mientras desayunaba un café solo con dos tostadas recubiertas de mantequilla y mermelada de arándanos. Un sobre le llamó la atención. Estaba escrito a mano y no tenía matasellos. El dorso del sobre estaba escrito con sangre, "Suegra". Al instante reconoció la caligrafía. Un halo de frío sudor recorrió su espalda. Contuvo la respiración y buscó el interior del sobre. Sabía lo que iba a encontrar. Dentro se hallaba una hoja en blanco con una frase escrita en medio que decía: "Cumple tu promesa".
Se sentó a esperar la "dramática" llamada de su hija. Nunca un desayuno le supo tan bueno.

Ender Wiggins dijo...

Los tópicos no tienen porqué ser malos. de hecho, ambientan y hacen que el lector beba de una bibliografía mucho más amplia. Eso, pa la gente normal. Los críticos, dirán lo de "abusa de los lugares comunes" y cobrarán una pasta por ello :-)

P.D: Lo que cambia el contenido del relato si en "El matón abandonó su petrea postura, y avanzó directamente hacia Duczen, con el arma flácida en la mano" cambias "El matón" por "Rocco".

P.D.2: Se te ha olvidado poner que 'Ella' tardó 10 minutos en volver a casa desde el buzón, tras dos intentos de sentarse en el jardín de sendos vecinos...

P.D.3:

Unknown dijo...

es lo que pasa cuando una no lee novela negra, que me parece todo genial.
paso ya de opinar. no me sale eso de ser petulante...
;P

Anónimo dijo...

que atrevida es la ignorancia...
mira que no leer novela negra, que poco intelectual.
usar mi nombre es vano, de esa manera!.

Anónimo dijo...

en vano... un error lo tiene cualquier.. petulante ¬¬

Anónimo dijo...

A mi la petulancia me dejo, cogió sus aires y se fue a vuelos más altos. Mejor, porque nunca me gustaron las flores.

Anónimo dijo...

yo tengo muy mala fama, pero soy un proceso natural.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que hacemos buena pareja.

SueEllenRV dijo...

Pues yo de novela negra no entiendo nada pero me gusta como está quedando.

Anónimo dijo...

¡¡¿¿¿me estáis puteando porque soy negra??!!

Anónimo dijo...

calla, ser inferior.

Anónimo dijo...

pues anoche no decías eso...

Anónimo dijo...

¿y yo?
¿y yo?
¿y yo?
¿y yo?

Anónimo dijo...

Deja a mis negros en paz que yo no me he metido con tus judíos.

Novela rosa eres el ipod nano de la narrativa.

Anónimo dijo...

que pasa conmigo? al final, todos acabais profundizando mas allá de los argumentos, viciosos petulantes!.