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viernes, 18 de noviembre de 2011

Esta paranoia es de trasgu

El hada y el bosque

He escrito otro cuentecillo, espero que os guste. Bueno, y que lo leais.





EL HADA Y EL BOSQUE

Había una vez un bosque en un lejano y apartado lugar entre las montañas. Allí no llegaba la mano del hombre, y todos sus habitantes eran felices: los árboles no tenían miedo del hacha, los cervatillos corrían ajenos a los cazadores, el río discurría claro y transparente, sin una pizca de contaminación, y hasta las piedras sonreían de vez en cuando.
Cierto día, algo vino a interrumpir la habitual calma de siempre: un rayo de luz, como una explosión, cayó en mitad de un claro. Todos los animales, incluída alguna planta y todo, corrieron a ver qué pasaba: frente a ellos apareció una bella mujer, envuelta en un maravilloso halo blanco y plateado.

- ¡Hola, pequeñas criaturas! Soy un hada, un hada del bosque.
- Ohhhhh - Nadie podía articular palabra.
- ¿ Esto es un bosque, nooo? ¿Nunca habéis tenido hada? Bueno, da igual, habéis tenido la suerte de que he venido a estar con vosotros, así que podéis pedirme todos los deseos que queráis y os serán concedidos.

Nuestros amigos se recuperaron pronto de la sorpresa y enseguida empezaron a formularle más y más deseos, los cuales eran inmediatamente satisfechos por el hada. En poco tiempo, todo el mundo tenía todo lo que quería, y hubo un momento en que se acabaron olvidando de su benefactora, que acabó triste y apartada en un rincón. Tan sola se sentía que acabó abandonando el bosque, y no se supo más de ella. Pero a nadie pareció importarle.

Bueno, eso fue hasta que las cosas empezaron a complicarse: los árboles habían pedido ser tremendamente altos y fuertes, pero de tanto crecer y ensancharse acabaron chocando los unos con los otros, sin apenas espacio, con lo que además de estar apretujados acabaron tapando los rayos del sol, y el bosque cada vez era más triste y sombrío. El río había pedido fluir en la dirección que le diera la gana, y no en la misma de siempre, con lo que tenía a los peces mareados, y éstos no paraban de quejarse. Además estaban gordísimos de tanto comer y apenas podían moverse. El viento a veces era tan fuerte que arrancaba las plantas a su paso y en fin, cada cual hacía lo que quería y aquello era un lío tremendo...

Entonces decidieron acudir al hada, pero ¡oh sorpresa!, no estaba por ninguna parte. Había desaparecido y nadie se había dado ni cuenta. Todo era un desastre y no tenían a quien acudir. ¿Qué podían hacer? Los seres más ancianos convocaron una reunión, y en ella se decidió mandar a las águilas a buscar al hada por todo el mundo conocido. Buscaron y buscaron, pero no la encontraron.
Estaban ya desesperados, cuando un buen día un viejo topo que nadie sabía de dónde había salido les dijo que en cierto lugar había un bosque muy parecido al suyo, donde los árboles eran tan altos que tapaban al sol. Al principio no le hicieron mucho caso, porque los topos, además de ser ciegos, siempre andan bajo tierra, por lo que su valor como testigos no era muy apreciado por los habitantes del bosque, pero tanto insistió el viejo topo que decidieron mandar un águila en la dirección que éste les indicó, y en efecto: tras varios días de vuelo incansable, frente al águila apareció un tremendo bosque de árboles como montañas. Y sí, allí estaba el hada.

- ¡Hada, tienes que devolverlo todo a su estado original, nuestro bosque se está destrozando!- dijo con voz entrecortada el águila.
- Lo siento, pero os olvidasteis de mí y ya no soy vuestra hada, ahora pertenezco a este bosque.
- ¡Pero te necesitamos!¡Y estropearás este bosque también!
- Lo siento, pero ahora sólo concedo deseos a los habitantes de este bosque, y en cuanto a si lo estropeo o no, yo me limito a conceder deseos, de ellos depende ser conscientes de lo que piden.
Nuestro águila no sabía qué hacer... todo estaba perdido.... estaba muy triste, y por eso le molestaron unas carcajadas que empezó a escuchar a sus espaldas.
- ¡Ja,ja,ja,ja,ja! Lo siento, no puedo parar de reírme, lo siento de verdad.
- Pues yo no le veo la gracia- contestó enojada el águila.
- Yo tampoco, ¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja!, Lo siento, no puedo parar de reírme, con lo triste que era yo....- Quien hablaba así era un viejo sauce llorón que había pedido al hada no llorar nunca más y que su vida estuviera llena de risas.- Si la situación no puede ser peor,¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja!.Ahora me doy cuenta,¡ja,ja,ja,ja,ja,ja!. Gracias por venir, águila, tú no puedes pedirle deseos a nuestra amiga, pero yo todavía sí: y le pido que devuelva tu bosque a la normalidad, y también el mío, y que desaparezca y no vuelva a aparecer por ningún otro bosque.
- Está bien, viejo sauce- replicó el hada. Obedeceré tus deseos, todos menos uno: que no vuelva a aparecer por cualquier otro bosque: olvidas que no puedo dejar de ser lo que soy, un hada del bosque, y que mi destino es éste. De vosotros, pequeñas e ignorantes criaturas, depende decidir qué deseos quereis tener, y qué uso hareis de ellos. De vosotros depende, recordadlo siempre.
Y diciendo ésto, desapareció. Todo había vuelto a ser como antes.

Y es que a veces hay que tener cuidado con lo que se desea.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado, es original y parece que te olvidas de las prendas de vestir. Ja ja ja!!
El posadero de las Animas, ja ja ja!!

trasgu dijo...

¡Hey posadero, qué bueno verte en los comentarios por fin!
Me alegro de que te haya gustado, un abrazo!