Como construirse una buena biblioteca

Lo cuenta el polifacético y recientemente desaparecido José Luis de Vilallonga, un marqués que siempre vivió como tal, en el primer tomo de sus entretenidas y muy interesantes " Memorias no autorizadas ".

Acababa de finalizar la guerra civil, y su familia, aristócrata y rica, acababa de recuperar sus posesiones, entre ellas su palacio de Falguera. La valiosa biblioteca del palacio, obra de la abuela, donde antaño se alineaban perfectamente ordenados los Balzac, Diderot, Pascal, Shakespeare o Racine, había desaparecido. Esto es lo que en su libro nos cuenta José Luis que hicieron:

" Aquella biblioteca vacía le recordaba a mi padre tiempos pasados que prefería olvidar. Así que una tarde, después de almorzar, mi padre nos pidió a mi madre y a mí que lo acompañáramos a la biblioteca. Allí, metro en mano, nos esperaba ya el señor Bou (el mayordomo). Mostrando con un dedo el cuerpo principal de la biblioteca, mi padre dijo:
- Aquí, en el lugar de honor, colocaré el Calaix de sastre del barón de Maldá. Pero queda por rellenar el resto de la biblioteca. De eso se encargará Bou, que conoce unas librerías del barrio gótico de Barcelona en donde se venden libros antiguos a tanto el metro. Me gustaría que fueras tú, Carmen, quien eligiera los colores.
Mi madre preguntó enseguida:
- ¿De qué color es el libro ese del barón de Maldá?
- No se trata de un libro, Carmen, sino de muchos tomos.
- ¿De qué color?
- Están encuadernados en pergamino de color marfil viejo, señora marquesa - explicó el señor Bou.
Mi madre no lo dudó un instante:
- Bueno, pues entonces pondremos a ambos lados libros marrones, primero claros y luego más oscuros.
El señor Bou se puso a tomar medidas.
- ¿Le parece bien, señora marquesa, rellenar tres metros a la derecha y dos y medio a la izquierda con libros de ese color que usted sugiere?
- Me parece bien.
- Y encima, señora marquesa, ¿qué ponemos encima?
- Encima - dictaminó mi madre - , libros de lomos verdes, y justo debajo libros de lomos rojos cada vez más oscuros, para componer una base de aspecto más sólido. Balenciaga - le explicó a mi padre - siempre que quiere imprimir solidez a una falda demasiado amplia, usa el rojo.
- Una idea de arquitecto - murmuró el señor Bou sin ganas de que le oyeran.
El resto de la biblioteca se despachó en cinco minutos.
- El conjunto - opinó el señor Bou -, será muy marrón, así que si les parece a los señores lo alegraré con algún que otro volumen de colores más claros.
- De acuerdo - dijo mi padre - , pero nada de estridencias.
- ¿A tí que te parece, José Luis? - me preguntó mi madre.
- Me parece que va a ser una biblioteca un poco triste.
- Las bibliotecas no están hechas para correrse una juerga - comentó mi padre de mal humor."