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lunes, 24 de agosto de 2009

Esta paranoia es de Ender Wiggins

Unos se van y otros vuelven...

...snif. qué cortas son SIEMPRE las vacaciones. Yo me he ido tan sólo una semana, pero es que da igual. Aunque te vayas de recogimiento al Tibet durante seis años, lo primero que dirás cuanto te pregunten:

¿qué tal las vacaciones?


será, inevitablemente:

Mgshsfshsh-cortas.

Y es que el hombre (así en género humano, no se enfaden las féminas) no ha nacido para trabajar. O al menos, no ha nacido para que le obliguen a trabajar. Las obligaciones son pesadísimas. En cuanto te obligas a hacer algo, pierde su encanto. Hacer el mongolo con la Wii y el juego de tenis mola, marcar los golpes como si fueses el puto Rafa Nadal mola, sudar como un pollo mola, pero en cuanto te regalan el Wii fit y ya tienes la "obligación" de ir pesándote, y gastando calorías y tal... pierde gran parte de diversión. En fin. Que si el trabajo fuese bueno, se lo habrían quedado los ricos.

Supongo que en este post deberían ir las anécdotas de mis vacaciones. Pero hoy voy a escribir una simple reflexión. Por tocar las narices. Y porque mis vacaciones han sido CORTAS, y no estoy de humor :-)

Resulta que al llegar a casa el Sábado, víctimas de jetlag... que por cierto, qué inteligentes son estos ingleses, que resumen la expresión "descoloque físico y mental de tres pares de cojones por un viaje de 8 horas en un asiento incomodísimo y atravesando paralelos como un lelo" en una palabra cortita. No tiene tanta carga emocional como la expresión anterior, pero hay que reconocer que en una conversación queda mucho mejor, sobre todo si la otra parte de la conversación quiere tener tiempo de hablar... pero desbarro.

Como siempre.

El caso es que obviamente, al llegar, encontramos la nevera vacía, porque somos previsores y no dejamos nada que pudiese ponerse malo. Y no apetecía ponerse a cocinar. Así que como ya digo, victimas del jetlag, andábamos con un hambre que para qué contarlo y nos planteábamos cenar a las siete de la tarde. Conversación (más o menos) verídica:

(Ender, esclava Holandesa)

- ¿Cenamos? que tengo hambre
- si quieres cenar, tengo aquí un morcón ibérico que...
- Ya estamos con lo de siempre, voy a pillar el cuchillo y tu morcón se va a convertir en un choricillo a la sidra de la impresión...
- Joer, ni bromas soeces puede hacer uno.
- No, si es más que nada porque mucha boca pero poco morcón
- qué cojones quieres joder cenar de una puta vez hostiaya.
- ¿pizza?
- ¿como los siete días de las vacaciones?
- bueeeeno, ni que la pizza estuviera mala
- no, si lo que no me gusta es tomarla para desayunar, en helado,...
- pues propón tú algo
- ¿chino?
- no, gracias, no consumo individuos de etnias orientales
- payasa.

[una leche bien dada después]

- ay, como pica el ojo...pues bajo al chino
- ¿no tenemos el teléfono por ahí?
- Serás perraca, ¡que está en la rotonda, que es bajar en el ascensor y entrar en el chino, prácticamente!
- Lo que quieras, total, vas a ir tú, pero si la podemos pedir a domicilio...
- Viva la vagancia... a ver... buscando el teléfono del chino... goooooooogle... yatá!
- ¿Yatá? ¿cómo que yatá? ¡vaya mierda de morcón ibérico!
- Aiiiiiiins...voy a llamar.

[medio minuto después]

- joder. pues no contestan. ¿Se habrán ido de vacaciones?
- ¿un chino? ¿de vacaciones?
- No sé... voy a bajar a ver. Si no hay chino, ¿qué cojo?
- Pizza.
- Y una mierda.
- Bueno, la tuya del sabor que quieras, la mía carbonara...
- Un kebab y te das con un canto en los dientes...
- Ya te gustaría a tí, sin dientes no correría riesgo tu choricillo ibérico.
- Baaaaaaaasta ya! ¡me voy a cazar al cena! ¡UGA!


Resulta que bajo al chino y veo que están abriendo (son las 19:30 de un Sábado, recordemos). Entro, me dan la carta, me cogen el pedido inmediatamente y me regalan una cervecita fresca para amenizar la espera. También me dan las consabidas cortezas compuestas de algo incognoscible (ni ganas) y en 10 minutos tenemos cena...

Y mis reflexiones son:

1) todos esos catastrofistas que dicen que los chinos nos van a arruinar...¿no se dan cuenta de que a) si nos arruinan no nos pueden vender nada b) si prosperan van a querer vivir como nosotros y ¡hop! vuelta al equilibrio?

2) ¿porqué nos fastidia que los chinos luchen como demonios por un nicho de mercado que copaban los supermercados de barrio y en cambio, nos la sopla guapamente que las cadenas multinacionales hagan lo mismo solo que en plan abusón con miles de millones en publicidad y medios?

para entender mejor el concepto 1), aconsejo leer "El economista camuflado". ES genial como explica que las importaciones y las exportaciones están ligadas, cómo hay un proceso terriblemente complejo por el cual Japón manda todoterrenos a EEUU y estos vuelven convertidos en cereales o porqué en los starbucks te están tomando la medida y tú no te das cuenta (a partir de la lectura de este libro, en el starbucks siempre pido el café con leche pequeño y SIN nada, que es el menor de los males. será caro, pero al menos no les digo nada cierto de mí. muahahahaha!)

El punto 2 supongo que tiene muchas respuestas, pero la más benévola se puede resumir en que el señor Carreful se gasta mucho dinero en publicidad para que nos caiga bien y el chino de abajo, balbucea nuestro idioma y sonríe con cara de...chino, y no se gasta un duro en proclamar que vende a horas intempestivas.



2 comentarios:

Un Betano en Tierra Extraña dijo...

¡PLAS! ¡PLAS! !Requete-PLAS!

Ma'gustao también. Las conversaciones entre tú y la ... "esclava holandesa" son ironía en estado puro ¿Eh? ... :-D

Ender Wiggins dijo...

...es lo que tiene el matrimonio, que hay confianza :-P