Una breve historia....

Hay una cosa bastante clara en este mundo; hay gente que es curiosa y hay gente que no lo es. Si no sabías esto, probablemente estés en el segundo grupo :-)

El mundo avanza gracias a los curiosos, un grupo que frecuentemente suele ser denominado como 'los excéntricos', 'los tarados mentales' y otros denominadores espléndidamente descriptivos y que sin quererlo, se acercan a la definición de estas mentes; se salen de la norma. Unos más y otros menos. No estoy hablando de genios, ni de virtuosos... sino de gente normal. De gente curiosa.

El caso es que Jon, por ejemplo, es un ejemplo de mente claramente curiosa. No sólo le gusta saber,... es que ansía saber. Algunos podrán justificarme que, al ser investigador, tiene que ser curioso. Prefiero pensar en que, como era curioso, se dedicó a ser investigador.

Pero divago. Como casi siempre.

El caso es que Jon, en nuestro programa de intercambio de conocimientos ( también llamado 'préstamo de libros sin el consentimiento de la SGAE'), me pasó un libro que hace tiempo quería leer;

"Una breve historia de casi todo" (Bill Bryson)

Que, como su propio nombre indica, es una breve historia divulgativa del conocimiento humano.

La divulgación científica es una tarea mucho más compleja que la investigación en sí, o al menos, radicalmente distinta. Excelentes científicos, con renombre internacional y que han aportado grandes conocimientos a una parte de la humanidad, son incapaces de explicar al 99% de la población, con palabras de menos de tres sílabas, qué es lo que han aportado.

Rutheford dijo una vez: "la ciencia es todo física o filatelia", una frase que se ha utilizado muchas veces desde entonces. Hay por tanto una cierta ironía simpática en que le diesen el premio Nobel de Química en 1908 y no el de Física)

Así que no es extraño que un libro como este brille con luz propia entre los estantes para los curiosos como Jon o yo.

Una breve historia de casi todo habla sobre Geología, Cosmología, Física Nuclear, Física Cuántica, Paleontología, Biología, ... intentando abarcar el conocimiento de una manera práctica y amena. Hay que decir que consigue abarcar muchas áreas con notable eficacia, bien por el maravilloso sentido de la narración que tiene Bryson (que cuenta los avances en su contexto social, con detalles de la personalidad de los descubridores / inventores,...) o bien por la facilidad con la que el autor explica, entre otras cosas que los átomos se pasan la ley de la relatividad de Einstein por el arco del triunfo o que en realidad lo de 'especie dominante' en la tierra no nos lo creemos ni hartos de vino tinto.

Y es que hay una cosa que este libro hace a la perfección; mostrarnos, en realidad, que no tenemos ni pu-pu-pu-pupuñetera idea de la mayor parte de las cosas. No entendemos la física atómica (ni falta que nos hace a la mayoría), no tenemos una gran teoría unificadora que tranquilice a Einstein y a Heisenberg; no sabemos prácticamente nada de las bacterias, ni del paso evolutivo entre la vida primigenia y nosotros; nos fiamos de unos fósiles que representan menos del 1% de las especies que han vivido en este planeta (pero, indiscutiblemente, han vivido, en contra del pensamiento de que surgen por generación espontánea, como los billetes de 500 € en España)

Todos estos artefactos (refiriéndose a los aceleradores de partículas) funcionaban (y siguen haciéndolo) basándose más o menos en el mismo principio, en la idea de acelerar un protón u otra partícula cargada hasta una velocidad elevadísima a lo largo de una pista (unas veces circular, otras lineal), hacerla chocar con otra partícula y ver qué sale volando.

El libro abunda en lo mucho que desconocemos, para señalar que , pese al optimismo de los científicos en el siglo XIX, (que comentaban orgullosos que 'ya se había descubierto todo lo que había de descubrirse') a los curiosos nos quedan incógnitas como para llenar 1000 vidas. Puede (en realidad es más que probable) que yo no llegue a hacer un descubrimiento interesante en mi indigna vida, el MEV me guarde. Con Jon hay más probabilidades de que invente alguna cosa, ya sea una célula verde que nos cante canciones de las Nancys rubias o cualquier otra cosa digna del nombre 'avance'.

Así que mantened la curiosidad en un puesto relevante de vuestras prioridades. Al fin y al cabo, llevamos aquí el pedo de una mosca. Los dinosaurios estuvieron aquí un porrón de años (notación científica un poco relajada) y al final palmaron como todos los que les sucedieron... así que habrá que mantenerse curiosos para intentar hacer trampas con esto de la extinción total...

Hoy los aceleradores tienen nombres que parecen de cosas que podría usar Flash Gordon en combate: el sincrotón superprotónico, la gran cámara de reacción electrón-positrón,[...] Se han despertado temores de que los científicos pudieran crear en su ntusiasmo, e involuntariamente, un agujero negro. Si estás leyendo esto, es que no ha sucedido.

Una cosa es segura; puedo entender a Jon cuando se encabrona homéricamente en esas ocasiones en que la gente se permite sentar cátedra sobre cosas sobre las que no tienen ni puta idea, ni ellos ni, desafortunadamente, los científicos.

Cuando alguien le dice que el hombre, los animales y demás fauna (abogados, políticos, tertulianos...) aparecieron de la nada merced a un tio con toga blanca y barba de buenrollito, Jon no se enfada porque esa persona tenga una opinión distinta de la suya; ni siquiera porque le parezca una soplapollez como la copa de un pino; se enfada porque esa persona ha preferido dejar de ser curioso. Ha preferido dejar de preguntárse "cómo", para aceptar un "porqué" sin cuestionarse nada. Elige esconder su propia ignorancia en la excusa de lo incognoscible.

(ahora es cuando digo que esto es demasiado filosófico y que Jon se cabrea y 'yastá', pero es que así queda más poético)

Esa tristeza, unida a la inevitable seguridad que proporciona la atrevida ignorancia, hacen que Jon se nos encabrone por encima de la media, de hecho, porque le pasa como a mí; que cuanto más leo a gente que sabe mucho, más me doy cuenta de que no sabemos una mierda. Y jon lee muuuuucho. Así que sabe que, básicamente, somos una curiosidad estadística fruto de millones de años de evolución que tiene un cerebro para darle uso, y por ahora, lo usamos más bien poco.


Y que la mejor solución no es justificar nuestra ignorancia con un señor barbudo que bebe hidromiel y controla el clima, sino seguir preguntándose 'cómo' hasta descubrirlo.

Si lavas la ropa con parásitos a bajas temperaturas, lo único que consigues son parásitos más limpios