tengo una respuesta barriobajera para usted

[Modo ROLLO (y encima sobre política) muy ON, mireusté]

el otro día, en "Tengo una pregunta para usted", conscientes de que, la política, en televisión, solo entra si se eligen contendientes a la altura de los programas del corazón, decidieron llevar a dos políticos y un charlatán, conscientes de que el charlatán, al menos, daría espectáculo. Y vaya si lo dio.

Empecemos por el principio; la gran polémica surgió cuando uno de los 'preguntones' interpeló al Señor Carod Rovira (disculpe si lo he escrito mal, aunque si le sirve de consuelo, tampoco se escribir correctamente swarzenegg...suarsenei...ejem. pues eso) por su nombre 'traducido' (José Luis en vez de Josep Lluís).

Obviamente, el interlocutor, o bien pretendía pasarle por las fauces al señor Rovira que estaba obligado a hablar en castellano en la televisión pública, o bien no se dió cuenta. Dado que una señora volvió a darle caña con lo mismo pasado un rato, me decanto por lo primero.

Un político normal hubiera respondido con algo de educación. No hace falta decir que el señor Rovira se encabronó de un modo inaudito, desplegando una educación que haría sonrojar a un asesino múltiple. Se encabezonó de tal manera con el tema "yo no me llamo así" que hizo de ello centro de su discurso. Obviamente, las argumentaciones de los 'preguntones' no ayudaron mucho, dado que lo único que pudieron responder es "desconozco el catalán" y "no tengo el más mínimo interés en aprenderlo". Dos que también deberían buscar en el diccionario la palabra "respeto por la diversidad".

Obviamente, el señor Carod-Rovira tiene razón en tanto a que se llama como se llama, y punto. El problema de fondo, y que parece que sufre buena parte de nuestra especie política, es tanto la forma, como la importancia. Me explico: buena parte de nuestros políticos, con especial representación en los nacionalismos, estructuran su teoría política en resaltar lo que nos separa; si lo que nos separa no es remarcable, lo engrandecen y lo amplifican; solo de esta manera pueden conseguir abir brechas donde no las hay. Para hacer juego con el contenido, el tono del discurso debe estar de acuerdo; así que insultan, se auto-victimizan, exageran e inventan; tal parece que nuestros políticos, hoy en día, pasan antes por el Actor's studio que por la facultad.

Estas peleas, dignas de cualquier programa de reencuentros de parejas (solo que en este caso todavía no han llegado a regalarse ostias, pero todo se andará), acaban encabronando al ciudadano de a pie que se interesa mínimamente por nuestra clase política.

Ha pasado bastante tiempo desde que, en la dictadura, se persiguiese la identidad cultural catalana. Hoy en día, ni se persigue, ni se demoniza. Al menos por parte de la gente normal (de estos, afortunadamente, conozco unos cuantos). Pero, fíjate, llega un Carod Rovira cualquiera, y se dice "¿cómo puedo vivir del cuento sin dar ni palo al agua?".

Llegados a este punto, alguno se preguntará si tengo algo contra este hombre. Todo lo contrario; lo que pasa es que me molesta con facilidad la gente que no ha viajado y se le nota; Carod sabe perfectamente que la forma correcta y educada de hablar con alguien con quien compartes una lengua, es en esa lengua compartida. Es más fácil, la comunicación es más fluida, y mucho más práctico que hablar por señas. No obstante, sigue insistiendo en que el Catalán está siendo arrastrado por el fango. Insiste en que Cataluña está siendo robada, que los impuestos no revierten en infraestructuras, sin decir que Cataluña es una de las regiones con la calidad de vida más alta (y la tristemente famosa Girona, la ciudad con más calidad de vida de España). Comenta que tiene derecho a hablar en Catalán, comentario innecesario, ya que nadie se lo quita; Otra cosa es que, sabiendo un idioma, insistas en hablar en otro a gente que no lo conoce, sólo por reafirmar tu identidad cultural. Esto, además de denotar una inseguridad patológica, es uno de los actos más imbéciles que se me ocurren. A diario trabajo con gente de Cataluña, que, inconscientemente, pasan del catalan al español y viceversa cuando conversan entre ellos y conmigo. Podría molestarme y verlo con un agravio, como hace el señor Carod-Rovira. pero es que es, simplemente, una cuestión de costumbre.

Y claro, hay que mantener el ritmo, no sea que la brecha se arregle y él se quede sin trabajo y tenga que dar palo al agua en algún momento. "Selecciones" catalanas en vez de "equipos", leyes para "imponer" el catalán en la sanidad en vez de "fomentarlo". La cuestión es crear sensación de guerra.

Es más, pide la independencia de Cataluña; pero no comenta como solucionará el deficit de infraestructuras, la subida inmediata de la inflación que conllevaría. No explica como compensaría el vacío que dejaría el apoyo económico y de política del estado Español. No explica como solucionaría los conflictos sociales, como regularía el mercado, que estructuras políticas y económicas habría que crear para que Cataluña funcionase como un estado... en definitiva, si sopesamos bien la estructura de la argumentación de Carod, vemos que está tan vacía como sus bravatas; solo pretende seguir viviendo del enfrentamiento. Si algún día, Cataluña llega a independizarse, ya se comerá algún otro el marrón. El mientras, tiene público y se siente importante

Carod aboga por lo que nos separa, en vez de por lo que nos une. Y como lo que nos separa, a fin de cuentas, y en una España en la que tenemos cosas más importantes en las que pensar, suele ser superable, lo exagera. Lo reivindica. Se ofende. Se enerva. Radicaliza su postura.

Y al final, se centra en nimiedades grotescas, como regañar al que no le llame por su nombre, con el correcto acento, en vez de contemporizar, explicar su punto de vista y contestar a la pregunta con una respuesta, cosa que, no solo el señor Carod-Rovira, sino la mayoría de nuestra clase política, no está muy acostumbrada a hacer.

Obviamente, si el señor Carod-Rovira persiste y consigue que el Catalán termine arrinconando al español, se sentirá satisfecho por sus logros morales. Reinvindicará una victoria sobre el imperialismo español, que él mismo ha creado en su fecunda imaginación....

Otra cosa será la practicidad de tal logro. Porque supongo que, en algún momento, algún chaval que no ha mamado el español en la escuela, querrá trabajar fuera. Y esperemos que no tengan la misma manía al inglés, porque entonces dicho chaval tendrá que contentarse con trabajar en Barcelona y alrededores. Y eso, independientemente de que el Catalán sea bellísimo o no, de la libertad para hablarlo, de su uso, su disfrute, y de la butifarra y el cava, es muy mala idea, y poco práctica.

¿Respeto por la cultura? Por supuesto. Pero no seamos cortitos y nos empeñemos, por algún trauma personal, en erradicar de Cataluña el Castellano; abre puertas, sirve para comunicarse con mucha gente (bastantes millones de gente)....Algunos de ellos, al fin y al cabo, van a seguir siendo tus vecinos más cercanos aunque te independices...


[Modo PESAO (y encima sobre política) muy OFF, pero con dialogo y talante]