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miércoles, 30 de mayo de 2007

Esta paranoia es de Ender Wiggins

Perdido en el río

Jadeo fuertemente mientras subo hasta el borde del montículo y me agacho detrás de una montaña de escombros. El corazón palpita como un loco. No podré mantener este ritmo durante mucho tiempo. Me apoyo en el fusil y compruebo que la herida ya no sangra, ajustando el torniquete. El pantalón, desgajado a la altura de la rodilla derecha, me ha salvado de morir desangrado. Por debajo del borde de la tela rasgada del pantalón, se atisba parte de la mordedura. putos perros de presa...

Bien, es hora de continuar. Me he parado un par de minutos y el corazón ya no me chilla tanto. Con suerte, tendré un par de minutos ,como mucho, antes de que los perros se den cuenta de que he dado la vuelta a través del río , para evitar que me oliesen.

Me levanto trabajosamente, resbalando a causa de la pendiente sobre la tierra, roja y húmeda, de la orilla. Empiezo la marcha otra vez, palmeando instintivamente el cuchillo de campaña del cinto.

A unos 20 metros de la orilla empieza el bosque. En esa zona es probable que haya soldados, así que me muevo en cuclillas, entre los matorrales del borde del río, rogando porque el Coronel Martín siga siendo un soplapollas estratégico. Me muevo silenciosamente, mi presencia ocasionalmente entrevista por algún roedor que huye asustado.

Un movimiento. Casi imperceptible. me quedo en cuclillas, en silencio. Ha venido de mi derecha. Quizás sea mejor internarse a la otra orilla. Puede que si llego a...

Algo me embiste desde la derecha. Al principio parece un animal, pero enseguida me doy cuenta de que una mano aferra el rifle. Propino un codazo con el otro brazo, esperando acertar en el plexo solar y que el atacante suelte el rifle, pero se resiste. ¿dónde está su otra mano? Ah, ahí. Primera cuchillada, me muevo instintivamente hacia la izquierda y sólo me roza el costado. suelto el rifle y ruedo hacia el río; mi atacante duda un segundo, sin darse cuenta de que el rifle es inservible, dado que hemos caído en el río. Me toco el costado instintivamente, notando la sangre, espesa y caliente. Tengo que acabar con esto rápido si no quiero desangrarme. Palpo el cuchillo. El atacante se levanta y se enfrenta a mí.

Alto, 1.90 seguros, de complexión fuerte. Pelo al cero y cara oculta tras maquillaje de camuflaje. Ojos azules brillantísimos y dientes mellados. Mandíbula fina, su cara no cuadra con su cuerpo, como la cabeza de un niño esmirriado en el cuerpo de un luchador. Tiene una ligera cojera en la pierna izquierda, probablemente alguna herida en combate. La camiseta caqui, mojada y raída, no ha visto una lavandería en muchos meses. Mira con especial intensidad, probablemente anotando mis heridas y cómo me muevo para lanzar el siguiente ataque. Sabe que la ventaja está de su parte.

Quizás el General Martín no sea tan soplapollas.

Se va acercando poco a poco, con el cuchillo apuntando a mí a la altura de la cintura. Desenvaino el mío y lo situo cruzado a la altura del pecho, confiando en poder sorprenderle. tendré que moverme muy rápido. Quizás una finta a la izquierda y una cuchillada rápida en el gemelo...

los planes se van al carajo cuando mi oponente ataca como un relámpago, directamente al cuello. Me agacho justo a tiempo, notando como el hijo de puta me hace de peluquero. Lanzo el brazo en arco, pero el muy cabrón levanta la pierna y para el brazo con la bota, mientras me golpea con el canto de la mano en el hombro izquierdo. Una nube de dolor se apodera del hombro, mientras ruedo a la derecha y le siego con la pierna izquierda. Es muy habilidoso con las piernas; mientras me estoy levantando, el ya se ha puesto de pie y recorre los dos metros que había conseguido casi instantáneamente. Otra embestida, esta vez a la barriga. La esquivo más fácilmente esta vez, ya tengo una idea más o menos acertada de a lo que me enfrento; ahora intentará darme en la espalda con la pierna derecha mientras me aparto. Me la juego y salto, mientras su patada le hace perder el equilibrio y me da la espalda un segundo. Consigo rozarle con el cuchillo en el omóplato izquierdo, antes de que ruede hacia adelante.

No voy a conseguirlo.


[CONTINUARÁ]



12 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo una idea sobre el post caduco que he devuelto a los burladeros que puede ser interesante, SoyGrande ya la sabe, cuando tenga un momento te cuento.

El relato no es de los que más me han gustado, no termino de entrar en la acción, pero si lo justo para querer saber el final. Demasiadas descripciones, no sé como explicarlo, por ejemplo en una batalla no rozas el homoplato izquierdo al menos que seas sanitario o mir, le rozas el hombro o el lado izquierdo. En una lucha no hay tiempo para clases de medicina. Hay tiempo para luchar y decir tacos a mansalva. Eso me ha gustado.

El mayor problema (que no es un problema, es más diferencia de enfoques) es la poca tensión ambiental que he sentido, cosas como dolor, angustia, desesperación, presión, muerte, supervivencia...

Todo opinado desde los culos, digo gustos. No hace falta decir que para mi eres un referente a la hora de escribir, con estilo diferente, pero con musho arte vaya (toma pedazo de comida de polla endogámica, pero es cierto).

Estás en la final. El misterio mola, quiero leer la continuación.

¿Camisa caquí? por eso no describo yo vestimentas, y porque no sé hacerlo, todo sea dicho.

Pujimon dijo...

No macho, pa mi que no lo consigues, la cosa esta fea, pero sigue intentandolo.

Ya nos cuentas si las palmas o no.

La verdad es que con una lectura rápida o muy rápida es complicado seguir el hilo de la historia y ponerse en situación, o tambien puede ser que yo este esta mañana y sucesivas un poco o bastante espesa.

Tere dijo...

Primero daos los buenos dias........y ahora me dispongo a leer este post....hasta ahora....

Tere dijo...

Bueno que historia.........yo no se como acabara la cosa pero pinta fea.no? jaja

Ya seguire el desenlace

Ender Wiggins dijo...

mmm. son dos militares entrenados. Saben donde y como apuñalar (de ahí el homoplato). Son tios duros (de ahí lo de no ir vestidos de bailarinas y lo de dejar el miedo para cuando les pille la suegra). Es un relato escrito a partir de no se qué de un río (de ahí que sea una mierda)

Hasta aquí mi explicación. Al que no le guste, tengo un cuchillo que pone 'amor de madre' en el filo, y a continuación, el nombre de todos los que han sido presidentes en los EEUU en fila. Si alguien quiere probarlo, decidlo que tengo que pillar la grua pa levantarlo (el cuchillo)

P.D: Se nota que hemos salido a despedir a un apañero que se larga de la empresa y me he pillao dos cervezas sin comer?

P.D.2: Después de escribir los relatos. Si es una mierda, no es por el alcojol. Es por el autor-jorl.

Anónimo dijo...

Bueno, hombre, relájate un poquito no se te vaya a dañar el escafoides con el peso del cuchillo... aunque sabemos que estás acostumbrado a manejar tales embergaduras.

Anónimo dijo...

la sangre manaba a borbotones. Tenía que parar la hemorragia como fuera, la vena femoral empezaba a sufrir los espasmos ventriculares. Usando su enorme cuchillo a modo de escalpelo realizo una incisión perfecta para sanear la piel y cauterizo su herida con la punta de su rifle recién usado. Acto seguido practico un torniquete con los restos de su camisa caqui. Se sumergió en las gélidas aguas.

Anónimo dijo...

yo no tengo la culpa. Personalmente, el golpe del homoplato me ha parecido digno de una Barbie.

Jon Nieve dijo...

Solo por dar por culo y por que hoy me toca 13 horas de curro...
Omóplato es sin H
ya sabéis, me gusta ser el puto pedante de mierda...

Ender Wiggins dijo...

dios como se ve va la holla, digo la polla, digo la olla.

Anónimo dijo...

No te disculpes, hombre, cada uno es lo que es.

Anónimo dijo...

solo he dicho que se me va la (h/p/)olla, no me he disculpado. Me cruje el jomoplato. el izquierdo.