Hace muchos años en una galaxia casa muy lejana...

Como es costumbre este último y primer mes madrugo. Madrugo con referencia a mi horario porque deben ser las 12 o las 13 del mediodía. Una larga noche haciendo cualquier cosa que no fuera lo que tuviéramos que hacer en teoría. Por las mañanas hay dos necesidades básicas, Café y Ducha. Lo primero no es negociable, en lo segundo se pueden hacer pequeñas trampas. Esta mañana toca café y luego ya veremos, principalmente porque uno de mis compañeros de piso está en la ducha, y si bien somos amigos, no de esos de compartir ducha... ni posiciones reales.

Todavía estoy medio dormido y sólo distingo un pequeño camino hasta el bendito café y el ruido de la ducha. ¿Dónde estará el otro compañero?, seguro que durmiendo o fuera de la casa. ¡No!, seguro que está sobando.

Llego a la cocina y ¡Mierda!. No hemos comprado el puto enchufe ladrón y el único libre lo comparten todavía la ducha y el microondas. ¡Que putada!. Necesito Café, café, café, lo quiero ya. Sólo falta que este se tire media hora en la ducha sacándole brillo a sus piernas, las tres. Me rió porque le imagino como un auténtico muñeco de Tim Burton girando sobre si mismo con el pelo enjabonado por completo y formando genuinos peinados Punk.

-¡Quiero cafe!-. Coño, esto último no sé si lo he pensado o lo he dicho en alto. Lo mejor será que esperes. -¡Espérate!- me digo mientras desenchufo la caldera y conecto el microondas. -¿No serás tan cabrón?.- Pienso mientras meto el café en el microondas. -Son unos minutos.- Susurro suficientemente bajo para no ser oído. Antes de que la duda moral me invada ya estoy metido en mi pequeña maldad. Muerto el gato se acabo la rabia y el perro, la duda y la caldera apagadas. -¡Cafeeeee riiiico!.

-¡Jodeeeer!. ¡Me caguen en el puto canon y el la censura del jueves!. ¡El aguaaaaa estaaaaaa friiiiaaaa!.- Grita mi compañero mientras intuyo se está congelando y no entiendo por qué... Ejem. -¿Me oiiiis?-.

[Siendo sinceros no creo que gritara exactamente eso, es un fallo temporal, al estilo de los relojes en películas de indios, pero tampoco tenemos presupuesto para guionistas]

Escucho sus gritos y, como me considero un buen amigo, atiendo a su llamada. -¡Queeeee!, ahora compruebo a ver que paaaasa.- El microondas sigue a lo suyo tic tac tic tac. Intento no reírme, no una risa mala, si no malvadilla... pero que coños, me ha hecho gracia ese arrebato egoísta. Medio sonrío entrecortando el sonido. Además, se supone que nos ha despertado con sus gritos y eso no está bien, no, no, no... Ejem
-¡Eeeehhh!, ¡Diooosseeees que frio!, ¡Date caaaaña!.- Sigue gritando. Que poco juicio, si sólo puede esperar o venir a ver que pasa. Trago saliva por si acaso viene y hago tiempo entre ¡Espera!, ¡Creo que ya sé lo que es!, ¡Ah, no! y ¡Aunque...! varios. Lógicamente aguantado la risa (dicho con la boca pequeña) todo lo que puedo, que es bastante... poco.

El microondas hace ¡Ding!, su café gracias.

[Bueno, la frase la dije yo, pero noté que tenía pensado decirlo; sí, el microondas, ¿qué?]

Saco el café, lo saboreo primero, es recalentado pero no está mal, y conecto la caldera (con la polaridad correcta para el encendido de la bujía de ionización... ¡toma sobrada!). -¡Prueba ahora!.- Grito con mi mejor sonrisa de buen samaritano.
¡Cojonudo, tío!, ¡Gracias!, ¡Te debo una!....

... (muchos años después, en una galaxia blog muy lejano cercano). ¡Ah!, ¿me debes una?, pues perdona esta anécdota y en paz (Jejeje).

Suponiendo que estuviera basado en hechos reales...
como el Jueves. ¡Ole!.