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lunes, 16 de julio de 2007

Esta paranoia es de Anónimo

Veleidad... (serie 98 capítulo 05)

... Toda impresión tiene una primera vez ...


Los mecanismos de la mente son infinitos a la hora de protegerse.

En mi época universitaria, como todo buen estudiante que se precie, aproveché más mi tiempo en formarme digamos como persona que como lo que se suponía que debía hacer. Inmersa en aquellas lecciones conocí a Luis.

Después de tantos años aún no sé si su presencia catalogarla como un soplo de aire fresco o un exquisito viaje a la oscuridad, porque de todo hubo. Recuerdo que era descarado, a veces insolente. Era su imagen exterior, su coraza. Imagen jalonada con un gran poder de atracción y misterio, tanto como mostraban sus ojos pequeños, del color de las noches solitarias, y viciosos, muy viciosos.

En aquellos días experimentábamos con todo tipo de sustancias. Luis más que yo, que me limitaba a las sensaciones blandas. Tal vez nos equivocamos, desde el recuerdo, desde hoy, pero entonces tales placeres mezclados y casi sometidos al sexo nos hacían tener otra perspectiva, y ¡que perspectiva!. Puede parecer un recuerdo idílico de esos días y, en efecto, así es.

Ya entonces había conocido a Jorge y algo más fuerte había despertado en mi. Coincidió con el ocaso de mis sentimientos por Luis. Más de una vez me he preguntado que hubiera pasado si él no hubiera desaparecido. ¿Desaparecido?, sonrío porque todavía me niego a usar la palabra muerto.

Su muerte, no debería ignorarla, pero la mente también tiene derecho a equivocarse. Dos cosas tengo claras, me costará toda la vida asimilarla y por toda esa misma vida elegiría a Jorge, aunque Él no lo sepa.

¡Que tonta soy!. Un día como hoy y el recuerdo de Luis enturbia mi mente y apena mi corazón. Fui estúpida y lo sigo siendo. Vi las señales, como anoche. No supe interpretarlas y por ello Él está desaparecido. ¡Otra vez!. Luis está muerto... y yo navego por los ríos de la culpabilidad hacia su eterna cascada.

¡Culpabilidad, puta sensación!. Podría evitarla, pero esta mañana estoy al límite de mis experiencias. Quiero sentirla. Me hace estar alerta y dispuesta a reaccionar. Aunque la verdad es que no me siento así, aprendí del pasado y hoy Jorge está aquí. Esta sensación es fuerte, pero a pesar de que el alivio es un poderoso embaucador, vuelvo a pensar en esa noche y en todo lo que no supe ver.

Poco a poco, de manera inexorable, empiezo a preguntármelo una y otra vez.

¿Qué sucedió esa última noche?.

... Continuará.



2 comentarios:

Ender Wiggins dijo...

lo bonito de reflexionar es que, con el tiempo suficiente, uno puede llegar a cualquier conclusión. Incluso a conclusiones opuestas, si media el suficiente tiempo.

J. Coltrane dijo...

Eso, eso, ¿qué sucedió esa noche?... aunque ya me lo imagino...